Pati Baztán - Be water my stain

En estos tiempos de tiranía tecnológica y complejidad social, el Arte es el último refugio de libertad. Pati Baztán se aferra a esa vía para ir desaprendiendo su rigor formal de arquitecta, para ir desgeometrizando sus composiciones y desintelectualizando su manifiesto para destilar su esencia personal. Su búsqueda le ha llevado de las edificaciones a las instalaciones y el “street art”. Pero es en el trabajo constante y febril de su estudio donde ha ido desarrollando una técnica y lenguaje propio que ha ido evolucionando en etapas sucesivas. En cada una de ellas ha ido planteando sus dudas que le han llevado a proponer un universo pictórico propio donde ha ido integrado las múltiples influencias de su inmersión en el estudio y la docencia de las artes plásticas.

A ese bagaje cultural se añade el vital y cotidiano, muy presente tanto cromática como compositivamente, de Basquiat, su fiel compañero canino, los tostados de Malena y los patrones rallados de Mafalda, sus gatas zen. Esta es una de las múltiples dualidades que balizan su camino. Para orientarse, a veces deja pistas escritas, en otras telas esconde mensajes ocultos o zurce los descosidos que provoca en la hipocresía social su desafiante honestidad vital. Por eso, también reivindica sus propuestas formales con trazos graffiteros o necesita reparar con hilo de oro esas roturas de la tensión entre el blanco y el negro, que le quiebran el alma y la hacen única, con ecos de cerámica Kintsugi.

Hay que destacar el esfuerzo físico y harmónico que supone la ejecución de su trabajo, imposible sin su formación en danza contemporánea, que coreografía los pinceles en esas líneas orgánicas reconocibles en sus paisajes de referencia: los inicios vegetales del jardín de la masía familiar, la vibración del color de los bosques otoñales de Viladrau, las ondas azules de su mar de Zarautz, los estratos fósiles de Zumaia, ya siempre unidos al recuerdo de su hermano Juan.

Pero es en la textura de su pintura donde las telas adquieren un relieve táctil que añade riqueza a la percepción y rinde tributo a la tierra. Ir más allá de la mirada para sentir y vibrar con su contemplación. La posibilidad de reunir en una misma exposición cuadros de las diferentes épocas permite componer ese caleidoscopio vital, único y personal que rinde tributo a la vida en un canto de libertad y amor a la Naturaleza.

Todo empieza con la palabra. Pero aquí da nombre a un largo camino de creación hacia una madurez plástica personal que sigue la búsqueda de un nuevo horizonte: earth skin.

Mariano Bordas